Por Víctor Barbosa Losada, 2ºB ESO
Me levanté muy temprano aquel día. Iba a ser un día muy ajetreado. Me esperaba un duro día en la Feria del Libro de Madrid. Esperaba que hiciera mal tiempo, así habría menos gente, estaría más relajado y no sudaría tanto. Abrí la ventana y no corría ni una ligera brisa. Mala suerte. Pedí a mi asistente personal que me preparara el desayuno y me indicara la caseta en que debía firmar.
Tras una breve espera, mi taxi llamó al timbre y me fui.
Tardé poco rato, típicos atascos en la capital. Allí estaba, el Parque del Buen Retiro y su Feria del Libro. Entré por una puerta trasera para que nadie me viera. Llegué a la caseta y me puse cómodo. Pero, para mi sorpresa, no encontré a toda una legión de fans esperando a que su autor favorito firmara su libro, como otros años. No. No había nadie guardando cola en la caseta.
Me pasé la tarde observando cómo autores de gran prestigio o famosos de la televisión no paraban de hacerse fotos ni firmar autógrafos.
Sólo una persona pasó por mi caseta aquella tarde. Parecía una mujer inteligente, y llevaba una bolsa cargada de libros. En su mano llevaba el mío. No se acercó para que se lo firmara. Solamente me saludó y me preguntó si podía opinar sobre mi libro. Dijo que era el peor que había leído en mucho tiempo, y que, cada vez que me veía en televisión, le parecía un estirado y había perdido mucho respecto a mi primer libro. Luego se despidió.
Yo me quedé solo, me levanté y me fui a casa. Empecé a replantearme la imagen que daba al público, y si mi personalidad había cambiado.
En ese momento, me di cuenta de que estaba solo.
Dedicado a todos los famosos a los que se les sube la fama a la cabeza.
lunes, 15 de junio de 2009
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Me encanta yo se de uno al que le tendriamos que dar esto para que se de cuenta de que se ha subido a una nube xD sigue asi y escribe mas
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