Por Víctor Barbosa Losada, 2ºB ESO
Soy Carlos, tengo quince años y voy a 4º de la ESO. Soy bajito, tengo los ojos negros y el pelo largo y moreno, siempre he sido muy feo. Os voy a contar una historia que me ocurrió el año pasado.
Yo siempre había sacado buenas notas y era un buen estudiante. Pero el año pasado empecé a bajar el rendimiento. Y es que había una chica, Marta, de la que estaba enamorado. Desde el primer día que la vi, me enamoré de ella. Era mi chica ideal, muy maja, buena persona, inteligente y muy guapa. Intentaba concentrarme en mis clases, pero se me iba la vista hacia ella, y cuando no venía, solo podía pensar en ella. Todo lo que tuviera que ver con el instituto me recordaba a ella. Hasta los libros me recordaban a ella. Ella lo era todo en mi vida.
Y es que me pasaba lo que creo que le pasa a todo el mundo. Estaba muy enamorado de ella, y de hecho me hice bastante buen amigo de ella, pero cuando intentaba pedirle salir, la lengua se me trababa, no me salían las palabras. Era imposible.
Lo peor fue cuando un día, un “bonito” día de primavera, iba yo al instituto tan feliz, cuando de pronto vi a Marta besándose con un chico. Ella no me había dicho nada de que tuviese novio, y al instante comprendí por qué. El chico dejó de besarla y cuando se dio la vuelta le vi la cara. Era Roberto, mi mejor amigo. No me había dicho nada porque estaba con mi mejor amigo.
Mientras estaba yo pensando en todo esto, Marta se dio cuenta de que les había visto. Salió corriendo despavorida.
Las tres primeras horas de clase tenía un sentimiento contrario, seguía estando enamorado de Marta todo lo posible y más, pero también sentía rabia porque no me había dicho lo de su novio.
Pero un sentimiento sí lo tenía claro, odiaba con todas mis fuerzas a Roberto. No le podía ver ni en pintura.
En el recreo me encontré de bruces con él, intenté contenerme, porque yo nunca había apoyado la violencia, pero mi ira era incontenible, y le solté un puñetazo tremendo, y todos me miraron. Todos y un profesor de guardia que resultó ser nada más y nada menos que mi tutor. Con esto y un bizcocho, acabamos yo en el despacho del director y él en la enfermería con una fractura de nariz.
Yo expulsado tres días. Él en el hospital tres días.
Cuando me reincorporé, era incapaz de mirar a Marta. Seguramente estaba muy dolida conmigo. Intenté buscarle una solución. Y una bombillita se iluminó en mi cabeza.
En el recreo me apresuré a hablar con mi mejor amiga, que a la vez era su mejor amiga, Carlota.
Le conté las razones a Carlota por las que había hecho eso. Creí que no me iba a comprender, pero lo entendió. Le pedí que se lo contara a Marta.
* * * *
Llegó la hora de la salida. Marta me enganchó por la espalda. Yo me di la vuelta, y ella me besó.
Fue el día más feliz de mi vida. Y todo se lo debo a Carlota, mi Celestina.
viernes, 24 de abril de 2009
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Por fin!!! no soy la unica que escribe..jajjaja XD victor me encanta tu relato es interesante.....es triste pero termina bien....y me gustaria leer mas cosas tuya asi que lla sabes sigue escribiendo que lo haces genial. =)
ResponderEliminarMe gusta mucho esta muy bien....Victor tienes que publicar mas para que la gente las lea por que se te da muy bien escribir...sigue escribiendo y que sepas que tienes una fan jajajaj XD
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